Antes de comprar una hamaca

Breve historia y guía de las hamacas de exterior

La típica tarjeta del Día del Padre muestra a papá dormitando en una hamaca mientras su respetuosa familia le espera con bebidas frías y periódicos mientras realiza tareas como cortar el césped.

Puede que sea una escena del pasado, pero la imagen de una hamaca bajo un gran árbol sigue evocando idílicas ensoñaciones de tardes de verano pasadas en tu propio y exuberante Jardín del Edén.

Hay muchas razones para tener una hamaca y relajarse en ella.

Neurocientíficos suizos han demostrado que las hamacas favorecen un sueño profundo y reparador, sobre todo en periodos cortos.

Si de verdad quiere una hamaca, piénselo.

Pídala por Internet o añádala a la cesta en su próxima visita a la tienda más cercana.

La historia de las hamacas
Sí, incluso las hamacas tienen su historia.

Se dice que el general ateniense Alcibíades, alumno del filósofo griego Sócrates, inventó en el año 415 a.C. el columpio de exterior que quieres comprar.

De algún modo, entre la expedición a Sicilia y las batallas de Abidos y Chisicus, Alcibíades tuvo tiempo de idear y crear una hamaca.

¿Te consideras una persona multitarea?

La palabra hamaca, al igual que canoa, barbacoa, huracanes de tabaco y Cuba, procede de la cultura de los indios taínos.

Habitaban la tribu arawak en el delta del Orinoco.

Los taínos empezaron a cruzar las Antillas desde la actual Venezuela hacia el 400 a.C.

e interactuaron con las poblaciones locales que ya habitaban el Caribe.

Los taínos eran autosuficientes y se asentaron en lo que hoy es Haití y La Española, en la República Dominicana, así como en Jamaica, el este de Cuba, Puerto Rico, las Islas Vírgenes y las Bahamas.

Además de inventar la hamaca, los taínos cultivaban yuca, batatas, maíz, judías y otros productos.

Su cultura floreció hasta que el intento de un explorador europeo de demostrar que el mundo era redondo lo cambió todo para siempre.

Hamacas en el mundo latino

Antes de que Colón lo fastidiara todo, los taínos utilizaban las hamacas como lecho en el suelo, y más tarde las usaron en México y América Central y del Sur.

Tejidas con diversos materiales naturales y locales, como corteza de árbol, sisal y hojas de palmera, estas hamacas eran prácticas y salvaban vidas.

Mantenían a los habitantes de la selva alejados de la tierra húmeda, el agua y los insectos y serpientes que pueden transmitir enfermedades.

Las hamacas venezolanas o de la selva se utilizan habitualmente para repeler insectos.

Y agua de lluvia y se emplean como estructuras suspendidas transpirables en forma de tienda de campaña.

Las hamacas mexicanas se originaron en el Caribe y más tarde se perfeccionaron en Yucatán.

Las hamacas se convirtieron en un modo de vida importante e incluso simbólico.

Aunque a menudo se las denomina hamacas, en realidad no se cree que fueran originarias de los mayas. Las hamacas siguen siendo populares en la península de Yucatán.

Marineros, campistas y hamacas

Como lecho marino que se balancea, una hamaca es una forma sensata de dormir bajo cubierta para los marineros.

Normalmente de 6 pies de largo y entre 14 y 20 pulgadas entre cada cama.

Una hamaca de barco estaba hecha de lona y recogida en cada extremo con ovillos de hilo, arandelas y tejido de punto.

A finales del siglo XIX, las acampadas y otras actividades al aire libre requerían algún tipo de cama de exterior.

Sobre todo para aquellos a quienes no les gustaba tumbarse sobre tierra o rocas.

El concepto era bastante sencillo: una “red” tejida con alargadores y lazos en los extremos para atar o sujetar una hamaca entre dos árboles.

Ligeras y portátiles, pueden enrollarse y llevarse a la espalda o guardarse con el resto del equipo de acampada.

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